La mujer en el transcurso de su evolución ha sufrido cambios espectaculares, mucho más que el hombre. A pesar de esto, en diferentes épocas y lugares, las sociedades han intentado corregir su transformación en aras de relegarla a un segundo plano.
Al principio nuestro éxito como especie se debió a una división del trabajo entre hombres y mujeres, en la que los hombres se especializaron como cazadores. Al vivir en pequeñas agrupaciones, esto significaba que con los hombres cazando fuera, las mujeres ocupaban el centro de la vida social, cuidando de los hijos y organizando la comunidad. En su papel como centro de la sociedad, responsables de casi todo menos de la caza, no se podían permitir errores graves. En el transcurso de la evolución, llegaron a ser mejores en hacer varias cosas a la vez, adquirieron mayor fluidez en la comunicación verbal, se hicieron mejores educadoras y también desarrollaron una mayor resistencia a la enfermedad, su salud como madres era de vital importancia.
Nunca se planteó que un sexo dominara sobre el otro. Dependían totalmente unos de otros para sobrevivir. Había un equilibrio entre los sexos: eran diferentes pero iguales. Este equilibrio se fue perdiendo a medida que transcurría el tiempo.
Con el fin de la vida nómada y el asentamiento de las comunidades, la mujer se incorpora al trabajo ocupándose de la agricultura, su labor es esencial en épocas de escasez pero no abandona sus anteriores responsabilidades; los hijos son permanentemente protegidos por la madre, quien se encarga de su alimentación y cuidado, e incluso los porta a la espalda si es necesario mientras realiza su trabajo.
En las antiguas civilizaciones se produjo un gran cambio, la gran deidad era siempre mujer, la benigna Diosa Madre pasó a convertirse en Dios Padre. Con un Dios masculino, los hombres fueron consolidando su propia importancia y mayor rango social, a expensas de las mujeres que fueron perdiendo terreno. Esta herencia es la que las sufragistas y más tarde las feministas trataron de recuperar, lo que estaban pidiendo era que se les devolviese su papel inicial. En Occidente han tenido más éxito, pero en otras partes la subordinación de las mujeres no ha dejado de acrecentarse.
Si nos centramos en la situación actual de la mujer en España, el panorama no es muy alentador; aunque por primera vez las tasas de paro por sexo son similares desde que empezó la crisis, ese cambio no responde a una mejora de la situación del empleo de las mujeres, sino a un empeoramiento de la situación de los hombres, alerta el CES (Consejo Económico y Social); la segregación laboral por razón de género implica, en el caso de las mujeres, menores salarios y, en consecuencia, menores bases de cotización y menores pensiones futuras de jubilación.
En nuestro país después de unas décadas en la vanguardia de los derechos civiles nos sentimos indignadas por la ley del aborto de Gallardón que supone un sangrante atropello cuyo fin es cercenar la capacidad de que la mujer pueda decidir cuando quiere o está preparada para ser madre, además también le impide tomar la decisión de interrumpir su embarazo en el caso de que el feto presente graves malformaciones. Este tipo de leyes restringen las conquistas y los derechos de la mujer y retrocede en el tiempo al siglo pasado.
Del mismo modo la política adoptada por el Gobierno actual así como por los distintos Gobiernos Autonómicos se caracterizan por ser políticas de recortes. Recortes que principalmente afectan a las políticas sociales, como son la merma en las ayudas en Centros de Día, Residencias para el cuidado de Mayores, las ayudas para guarderías, bajada de las pensiones, etc. Todos estos recortes principalmente afectan de forma negativa a la mujer, y dificultan tanto el acceso como el mantenimiento del empleo femenino, ya que mayoritariamente es la mujer la que se encarga del cuidado de sus mayores e hijos.
Al igual que en los demás derechos (mantenimiento y mejora del estado del estado de bienestar, laborales, etc.) esta es una lucha en la que no se puede parar, pues tras cada avance conseguido hay sectores que esperan que nos relajemos en la búsqueda de las mejoras para hacer anular los logros conseguidos.
Caminemos juntos no uno detrás del otro
Enlace al manifiesto conjunto sobre el 8 de Marzo, Día de la Mujer Trabajadora:
Manifiesto conjunto 8 de marzo