De nuevo estamos recibiendo correos de la empresa volviendo a la carga con el tema de los objetivos. ¿Alguien sabe realmente cómo funciona?, ¿Alguien sabe realmente qué es lo que hay que indicar para completar los formularios?, ¿Cómo se firman?, ¿Quién avanza los distintos estados?, ¿Quién es el lumbreras que marca los objetivos?.
Revisando todos los objetivos que me han marcado para este año, solamente tres dependen de mí. Del resto, prácticamente ninguno me afecta. Como buen empleado, marcaré todos los objetivos como” Según lo previsto”, pero sin tener idea de por qué me han asignado dicho objetivo
Las mentes pensantes de la empresa deben sacar una información tremenda de lo que indicamos en nuestras evaluaciones, pero muchos de los empleados que nos consultan, no tienen ni idea de lo que representan los distintos marcadores. Es más, tener que acceder a rellenar objetivos, firma de los mismos, evaluación de mitad de año, evaluación final, etc., supone algo farragoso, una pérdida de tiempo y desconexión de nuestro trabajo (que es el que nos da de comer), y del trabajo del compañero al que preguntamos si sabe cómo se rellena el formulario.
En muchos casos nuestro responsable no se digna en reunirse con nosotros para realizar el establecimiento de los objetivos, ni mucho menos para la evaluación. Suponemos que tendrá una macro que aplicará para todos los objetivos y realizará la evaluación de los mismos, según sus intereses personales.
Algunos no hemos tenido la oportunidad de conocer y mucho menos hablar con nuestro responsable. Conocemos su nombre, pero ni tan siquiera su cara.
Con estos condicionantes ¿cómo se plantea la empresa que creamos en el proceso de evaluación?. Si realmente quieren saber lo que pensamos de este sistema: Nos importa un bledo (definición: No valer nada; no ser importante) y consideramos que es una pérdida absurda de tiempo. Aunque sospechamos que a algunos de nuestros responsables les importa exactamente lo mismo.